Els Segadors (II)

Antes de continuar con la segunda parte del opúsculo dedicado a la milenaria historia del himno catalán, me gustaría hacer unas apreciaciones a modo de introducción sobre la metafísica de la herramienta... la hoz.
No podemos contemplar la hoz sin remitirnos al trabajo, pausado, sereno, duro pero gratificante del labriego, de la persona de bien que a través de su esfuerzo alimenta a su familia, agranda su país y ama a una tierra que le sustenta con generosidad maternal, ese labriego que, llegado el caso y como recurso extraordinario, para defender a esa familia, ese país y esa tierra, empuña la hoz, el humilde apero, y lo eleva al nivel de arma defensora de la libertad, la convierte por una quasi divina transubstanciación en una moderna y muy real Excalibur, dispuesta a segar cadenas que esclavizan al que nació siendo libre, que atan, que uncen a yugos extranjeros.
Así esa hoz se convierte en símbolo de trabajo y libertad, de hombres honrados... el comunismo subversivamente y para aglutinar a los batallones proletarios la usa de forma indiscriminada, pero la une al martillo, el que aplasta. Viene a decirnos, libertad para trabajar, pero témeme, y ese no es su verdadero significado, recordemos el inicio, al labriego que ama a su tierra, su familia y su trabajo.
En contraposición a la hoz está la guadaña, castellana por antonomasia, orgullosa, el que la usa no quiere agacharse, recoge los dones de la tierra en pie, no se acerca ni se arrodilla humildemente ante de su benefactora madre, exige y toma como el conquistador pagado de sí mismo que no respeta ni teme a aquella que de forma altruista le colma de dones. Símbolo también de la muerte, de todo aquello que hay que temer, no de la muerte natural que cierra el círculo vital, sino de la parca, del fin inesperado y gratuito de la vida, herramienta del capricho cruel.
Dicho esto, pasemos sin mas preámbulos a continuar la historia del himno mas antiguo del mundo: Els Segadors.
Los godos, en alianza con el Imperio Catalán consiguieron durante tres siglos si no pacificar, al menos garantizar cierta seguridad en la Península Ibérica, descontando algún desencuentro con los todavía imperialistas bizantinos y con los aún por civilizar vándalos del noroeste por lo demás todo fue como se suele decir, como una seda. Después de la conversión de Recaredo al catalanismo, en el antiguo salón del Consejo de los Cien de Barcelona, la aceptación de la civilización fue absoluta por los tribales bárbaros que eran los godos. Aún así las luchas dinásticas imposibles de erradicar por los catalanes llevaron, como se verá, al final de la alianza que tanto bien había hecho a todos los habitantes del Imperio.
711, año en el que las hordas musulmanas llegaban a las puertas del sur del imperio, llevado por los celos, añorando los tiempos en los que su tribu era sólo eso, una tribu, el conde Don Julián abre las puertas de la Península a los ejércitos de Tareq, y desencadena el principio del fin. El rey Roderico no puede contener a los atacantes, y una vez mas Barcelona se convierte en capital y último bastión de resistencia del ya casi derrotado imperio, nos espera un siglo de sometimiento al Islam, el himno, lección de pragmatismo rezaba:


Catalunya inch-Allah
de genolls, cap a la Meca
si no pots amb l´invasor
lo millor es no fer gresca
bon cop de falç, bon cop de falç
Mahoma es el profeta
bon cop de falç,
(Inscripción en la Mezquita de Al-Elao)


Así el pragmatismo y la tolerancia implícita en el ADN catalán, se convirtieron en la causa de la convivencia y coadyuvaron al enriquecimiento y al avance de otro pueblo, el árabe, que a través de eruditos catalanes adquirió unos conocimientos que impulsó a las antaño simples tribus nómadas a convertirse en el imperio y la civilización más avanzada de su época.
La dominación musulmana llegó a su fin a manos de Carlomagno, otro insigne catalán que se vio empujado por la historia a abandonar su patria y a sacrificarlo todo en pos de un ideal; el imperio de la justicia y del bien, pero esa es otra historia y tendrá su espacio en el presente blog...
Y el Imperio Catalán renació de sus cenizas cual ave fénix, libre de yugos y trabas comenzó un periodo de expansión y grandeza como hacía siglos no conocía. Adquirió una entidad política nueva, un conglomerado de condados dependientes nominalmente de Francia, pero la realidad era que con Barcelona de nuevo a la cabeza iniciaba su singladura que la convirtió en el primer imperio transatlántico de la era moderna y el más grande de la historia.


Catalunya cap al mar
nostra terra no és la seva
aquí tots som gent de bé
ja la Hispania no interessa
bon cop de falç, bon cop de falç
farem Magna la Grecia
bon cop de falç.
(Palimpsesto XIV-ato, Museo Irae Dei de Anfisa)


Y como cantaban los entusiastas catalanes así fue, extendiéndose por el Mediterráneo llegaron al imperio Bizantino, y allí conquistaron un pedazo de tierra, el ducado de Neopatria, arrancándolo de las mismas manos del emperador traidor. Las huestes catalanas, los temibles almogávares, aleccionaban al mundo conocido, Cataluña se defenderá de cualquier traición, de cualquier ataque...
En el ínterin se empezó a perfilar los que serían llamados Países Catalanes, mezcla de expansión mediterránea y reconquista ibérica, con Jaime I el Conquistador... pero eso lo dejaremos para el siguiente y último artículo sobre el Himno catalán.

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Comentarios: 3
  • #1

    LeGrand (domingo, 05 julio 2015 17:59)

    Esta muy verdadera historia me plantea la siguiente duda, que expongo a su erudición por si la pudiere resolver:
    De todos es conocido que Mesopotamia, la cuna de la civilización, es el agua entre dos ríos, el Besós y el Llobregat. Por otra parte, algunos estudiosos de Huelva afirman que se ubica entre los ríos Tinto y Odiel. Leída su aproximación histórica y visto que Catalunya se extendía hasta abarcar toda la Península (y más allá) ¿podría haber alguna relación entre ambas teorías? Dando por supuesto que en cualquier caso Mesopotamia era tierra catalana.

  • #2

    inoh responde (domingo, 05 julio 2015 20:16)

    Me gusta, me gusta que planteen la pregunta...
    Para empezar le diré, que la erudición de los artículos es mérito único del tristemente desaparecido Dr. Cucurrucucú, por lo tanto la respuesta a su pregunta puede no estar a la altura esperada.
    Sí es cierto que la cuna de la civilización se sitúa en la Mesopotamia, la tierra entre dos ríos, y que ese lugar geográfico es históricamente indeterminado para los espíritus críticos.
    El Ter y el Llobregat, el Tinto y el Odiel, el Tigris y el Eufrates... Como demostró indudablemente otro gran historiador catalán, ¿donde está Tartessos? Aún conserva su nombre, Tortosa, dicho esto y mientras nos documentamos mejor, saque Utd sus conclusiones...

  • #3

    Penduy (lunes, 06 julio 2015 13:41)

    La historia está que arde.¿¿¿¿cómo hemos podido estar tan ciegos ,y no darnos cuenta de los agravios cometidos por falsos historiadores,a la grandeza de este imperio Catalán???? Gracias por ilustrarnos cada semana.